Fridays for future, los jóvenes en pie para luchar contra el cambio climático

El sencillo gesto de una estudiante sueca que ha desencadenado una revolución

El gesto aparentemente inofensivo de una estudiante sueca faltando a clase para protestar por las políticas climáticas (o la falta de ellas) ha desencadenado un movimiento estudiantil con el que nadie contaba. Fridays for future llega con una sola reivindicación, y es tan lógica que resulta embarazoso que nos la tenga que recordar una niña de 16 años.

“Quiero que entren en pánico”. Así comenzó su alocución ante el Parlamento Europeo Greta Thunberg, la artífice del movimiento Fridays for future que, contra todo pronóstico, ha sido capaz de movilizar a cientos de miles de jóvenes en todo el mundo para presionar a favor de un cambio en las políticas climáticas.

Fridays for future ha cogido a todo el mundo por sorpresa y es difícil precisar qué ha causado más desconcierto, si el hecho de que Thunberg tenga un discurso tan sólido a sus 16 años, o que haya conseguido poner en pie tras ella a esa juventud que suponíamos adormecida tras las pantallas de sus móviles.

A Thunberg se le abrieron las puertas de la Eurocámara cuando el movimiento tomó la suficiente fuerza como para aparecer en los medios de manera más o menos habitual. Pero lo que se encontraron los europarlamentarios no fue el discurso amable que probablemente esperaban, sino un alegato amargo y cargado de reproches.

Greta Thunberg después de su discurso ante la Eurocámara.

Un gesto sencillo

El fuego que ha prendido Thunberg comenzó de forma literal en un bosque escandinavo en agosto del año pasado. La destrucción provocada por las llamas, consecuencia de una ola de calor impropia en esa latitud, causó una gran impresión en esta estudiante, por entonces anónima. Sus inquietudes respecto al medio ambiente no eran nuevas, ya antes había convencido a su familia para que adoptaran una forma de vida vegana o para que evitaran desplazarse en avión a fin de reducir su huella de carbono. Pero aquellos incendios la convencieron de que había que hacer algo; y el ejemplo de las activistas antiarmas del Instituto Marjory Stoneman Douglas de Parkland, Florida, le hizo ver, además, de que no hay que esperar a que sean otros quienes lo hagan.

Greta Thunberg en una de sus primeras protestas.

El 20 de agosto de 2018 Greta Thunberg faltó a clase para sentarse ante el Riksdag, el parlamento de su país, con un cartel en el que se leía “Huelga escolar por el clima”. Anunció que seguiría haciendo lo mismo, día tras día, hasta que se celebraran las elecciones previstas para el 9 de septiembre siguiente. Su única petición era que el gobierno cumpliese con la reducción de emisiones de carbono a la que se había comprometido en los Acuerdos de París. Después de las elecciones, como todo seguía igual, Greta anunció que repetiría su protesta cada viernes. Llamó a su proyecto Fridays for future.

Por supuesto, la historia de una niña que falta a clase para pedir cuentas a sus gobernantes no tardó en llegar a los medios. Enseguida Fridays for future dejó de ser un proyecto personal. Cada viernes se podía ver a más y más jóvenes sentados frente al Riksdag, y pronto empezaron a presentarse también ante las sedes institucionales de otras ciudades europeas. 

Mismas ideas, diferentes palabras

Greta Thunberg no es solo una estudiante que ha desencadenado una ola de protestas de manera casi accidental. Resulta que es, además, una joven extremadamente inteligente, capaz de exponer sus ideas como el mejor de los oradores. Claro que no le hacen falta demasiados trucos dialécticos, porque el peso de sus argumentos es suficiente.

El vídeo de su primer discurso ante un auditorio (una charla TEDx en Estocolmo, el 24 de noviembre de 2018) dio la vuelta al mundo y le abrió las puertas de públicos cada vez más poderosos (Conferencia sobre el Cambio Climático de Katowice, Parlamento Europeo, Parlamento británico…). Y con cada aparición, su discurso se ha ido haciendo cada vez más duro. 

En cualquier caso, la idea que subyace a todos sus discursos es la misma: Sabemos lo que tenemos que hacer, hagámoslo ya, antes de que sea demasiado tarde. Esa es prácticamente la única reivindicación de Fridays for future.

Se trata de una reclamación bien sustentada. Según el IPCC (Panel Internacional contra el Cambio Climático) estamos a solo una década de un punto de no retorno y, aparentemente, aún lo tenemos todo por hacer. Como dijo Thunberg ante el Parlamento Europeo, nuestra civilización es terriblemente frágil por mucho que nuestra confianza en ella parezca inquebrantable. 

Fridays for future protestando ante las puertas del Congreso en Madrid.

Lo que más indigna a los jóvenes de Fridays for future es que, aunque todo el mundo sabe que el desastre ya está teniendo lugar, seguimos percibiéndolo como algo muy lejano. Hace años la mayoría de la gente pensaba que el cambio climático era algo que verían nuestros nietos. Ahora nos damos cuenta de que ya estamos viéndolo y de que nuestros hijos, no nuestros nietos, tendrán que vivir sus vidas en un mundo mucho más hostil y caótico, pero no estamos haciendo demasiado, aparte de hablar de ello.

Fridays for future suma adeptos cada día. Además de sus protestas semanales, el pasado 15 de marzo el movimiento organizó su primera Marcha Global por el Clima en más de 2.000 ciudades. Para la siguiente, prevista para el 24 de mayo, se espera un éxito aún mayor. Entretanto, Greta Thunberg ha sido nominada al premio Nobel de la Paz por un grupo de diputados noruegos. Veremos si, aparte de escucharle, aplaudirle y otorgarle premios, los adultos a los que ella señala como responsables hacemos algo más.

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