Mitos y realidades sobre la meteorología y el clima en instalaciones solares
En pleno boom de la energía fotovoltaica, cuando cada vez más gente se plantea si ha llegado la hora de invertir en una instalación propia, aún siguen vigentes unos cuantos mitos sobre la energía solar. ¿Es cierto que los días nubosos los paneles no producen nada? ¿Es verdad que con ciertos climas la instalación no se amortiza antes de tener que cambiarla?
Comenzaremos este artículo haciendo una aclaración que, aunque pueda parecer obvia, tiene su importancia. Clima y meteorología son cosas bien distintas. Cuando hablamos de climas cálidos, templados, fríos, húmedos o secos nos referimos al régimen climático, no a las condiciones concretas que podamos encontrar un día cualquiera.
En lo que respecta al trabajo del panel, es el clima lo que importa, pues él va a determinar la producción anual de una célula fotovoltaica y por lo tanto su rentabilidad. A riesgo de arruinar la sorpresa, adelantamos desde ya que, en contra de lo que pueda parecer, el clima más propicio para una instalación solar no es el que solemos pensar.
En cuanto al tiempo meteorológico, en realidad, tiene poca importancia. Aunque creamos que ciertos fenómenos puedan deteriorar un panel solar, lo cierto es que se trata de elementos bastante resistentes por mucho que su apariencia nos sugiera la fragilidad de una lámina de vidrio. De hecho, algunos fenómenos teóricamente adversos tienen efectos beneficiosos en nuestra instalación. Y es que, en fotovoltaica, a menudo las cosas no funcionan como creemos.
El clima y la producción
Existe el mito, bastante extendido además, de que en lugares con climas como el de la cornisa cantábrica, con nubosidad habitual y temperaturas templadas, no merece realmente la pena poner paneles solares. Es cierto que la nubosidad y la temperatura afectan al trabajo de una placa solar, pero debemos aclarar que no afectan ni en la medida que nos imaginamos, ni de la forma que a menudo damos por sentada.
Un panel solar SÍ produce electricidad en un día nublado. Las nubes afectan a la radiación de tres formas distintas: la reflejan, la absorben y la difuminan, pero en ningún caso impiden que gran parte de esa radiación alcance la tierra, o lo que es lo mismo en este caso, nuestro panel fotovoltaico. Así que, incluso en un día muy, muy nublado, uno de esos en los que solemos decir que “hoy no ha salido el sol”, una instalación fotovoltaica puede estar rindiendo tranquilamente al 10% o al 15%.
Por otro lado, la nubosidad también tiene un efecto atenuante sobre la temperatura. Ese triple efecto de absorción, reflexión y difusión del que hemos hablado, propicia que las temperaturas sean más templadas. Y es aquí cuando encontramos la otra cara de la moneda: Los paneles solares funcionan mejor con climas templados que con climas calurosos.
Los paneles tienen una temperatura óptima de funcionamiento de en torno a 25ºC. Por encima de esa temperatura, el rendimiento se reduce ligeramente. No se trata de un gran desplome en la producción, pero resulta curioso que, en contra de lo que solemos pensar, “mucho sol” tampoco sea lo ideal para producir energía solar.
Por supuesto, ni la temperatura es constante a lo largo de todo el día en las regiones calurosas, ni tampoco la nubosidad tiene por qué ser completa en las zonas húmedas. De hecho, un estudio de Euskalmet, la agencia meteorológica vasca, revela que, en Bilbao, al menos la mitad de los días de verano considerados meteorológicamente nubosos (cuando las nubes cubren entre 2/8 y 6/8 del cielo), en realidad el cielo estaba completamente despejado a mediodía.
El caso es que las condiciones perfectas son muy raras en cualquier parte, pero por suerte tampoco hacen falta para que una instalación fotovoltaica nos resulte rentable.
El tiempo y el deterioro
La exposición a la intemperie va deteriorando poco a poco los paneles solares (igual que cualquier otro elemento exterior) y dicho deterioro acaba afectando a su rendimiento. Por suerte, como ya hemos dicho antes, el desgaste y el descenso en el rendimiento son muy lentos; tanto que se considera que la vida útil de un panel solar es de 25 años.
La mayoría de los fabricantes de placas ofrecen una garantía de producción sobre sus células a lo largo de ese tiempo. Dicha garantía establece que la potencia nominal de las placas no decaerá por debajo de cierto nivel durante la vida útil del panel, es decir, durante esos 25 años. En la mayoría de los casos, esa garantía asegura que, cumplido ese tiempo, el panel estará rindiendo como mínimo al 80%. En cuanto a la integridad material del producto, productos como el sistema Helio PV de Saunier Duval cuentan con una garantía de 10 años.
Si los fabricantes están tan seguros de que sus productos van a seguir funcionando tan bien y tanto tiempo, es porque una célula fotovoltaica es un elemento capaz de resistir casi de todo.
Uno de los escenarios que solemos imaginar peores para un panel solar, una fuerte granizada, no tiene en realidad ninguna consecuencia sobre él. Los fabricantes comprueban con pruebas mecánicas que sus paneles serán capaces de resistir granizadas del peor tipo y, salvo que estuviéramos ante un fenómeno extraordinariamente violento, un poco de hielo caído del cielo no tendrá mayores consecuencias.
La lluvia, lejos de tener efectos negativos, es muy beneficiosa para una instalación solar (térmica o fotovoltaica), porque limpia la superficie de los paneles de polvo y suciedad, algo que puede disminuir su rendimiento. Además, las tormentas ocasionales de verano tienen el efecto de bajar la temperatura del panel, por lo que su producción suele aumentar justo después. La única precaución que hay que tener en lo que concierne a la lluvia es la de evitar encharcamientos que podrían ocasionar corrosiones.
El fenómeno meteorológico más peligroso para una instalación solar, especialmente para las situadas en tierra o en cubiertas planas, es el viento. Sobre todo el viento del norte, que impacta contra el panel por su cara inferior pudiendo desencadenar el temido “efecto vela”. También el viento racheado es peligroso, pues el vaivén que provoca sobre los elementos de fijación puede ir aflojándolos. La solución pasa simplemente por tenerlo en cuenta a la hora de hacer el montaje.
Como se ve, muchas cosas que damos por ciertas en lo que a energía fotovoltaica se refiere son falsas: un día despejado y muy caluroso no tiene por qué ser el más idóneo, mientras que un poco de nubosidad puede venir bien ¡y un chaparrón ocasional es una buena forma de mantenimiento!