¿Puede ayudarnos la Inteligencia Artificial a lograr sociedades más sostenibles?

La revolución tecnológica de nuestro tiempo debe tener alguna aplicación en el proceso de cambio hacia una sociedad más respetuosa con el medio ambiente

La Inteligencia Artificial (IA) está de moda. En los últimos meses, a raíz de la aparición de ChatGPT, han aparecido tantas noticias relacionadas con ella, y tan contradictorias, además, que existe cierto desconcierto. ¿Se trata simplemente de hablar con una máquina? ¿Tienen razón los que consideran que estamos dando un paso muy peligroso? ¿O hemos creado una herramienta que realmente puede ayudarnos a cuidar del planeta?

Debido a la enorme popularidad que ha adquirido en apenas seis meses ChatGPT, mucha gente asocia las IA con los modelos de lenguaje, pero esa es solo una aplicación de esta tecnología (o más bien, de esta disciplina). El campo de la inteligencia artificial es en realidad mucho más vasto. Consiste en el desarrollo de sistemas y programas capaces de realizar tareas que requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, la toma de decisiones y la resolución de problemas, utilizando algoritmos y modelos computacionales. Sus aplicaciones, por tanto, son infinitas y trascienden con mucho el campo del lenguaje.

¿Es esto algo bueno o algo malo? En principio, como con toda herramienta humana, eso dependerá del uso que le demos, pero no cabe duda de que, bien empleada, la IA puede ayudarnos muchísimo. De hecho, ya se están utilizando con éxito inteligencias artificiales “especializadas” en diversas materias, como la medicina; y, debido a la proyección que se augura para esta tecnología, hoy en día son muchas las voces (y muy autorizadas, además) que anuncian que nos encontramos a las puertas de una revolución equiparable a la de la llegada de la electricidad o la invención de Internet.

Nosotros nos hemos preguntado cómo podría aplicarse una IA a los esfuerzos que se están haciendo (o se deberían hacer) por conseguir una sociedad más sostenible, más eficiente y, en general, más respetuosa con el medio ambiente.

La IA y la sostenibilidad

Recientemente, la revista Nature publicó un estudio en el que se aseguraba que la IA podría facilitar el cumplimiento del 79% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que son un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad.

Pero, ¿de qué manera?

Para empezar, viendo dónde estamos. Una de las principales dificultades para el estudio de cualquier disciplina que abarque una gran cantidad de conocimiento es la de formarse una idea general, una composición de lugar que permita comprender qué está ocurriendo, aún antes de decidir qué es lo que debe ocurrir. Es evidente que, cuando hablamos de hacer más sostenible algo tan complejo como una sociedad, nos encontramos ante una disciplina así; un campo con millones de variables (económicas, sociales, políticas, climáticas, etc.) y tal cantidad de interconexiones que escaparía a nuestra limitada capacidad de análisis. Pues bien, una IA puede resolver este problema al aportar la capacidad de analizar miles de millones de datos, aprender de ellos y extraer conclusiones. Eso podría mostrarnos patrones y tendencias para el medio y el largo plazo. Y, por lo tanto, podría permitirnos tener una fotografía de nuestra realidad mucho más precisa. Es innegable que ese es un paso valiosísimo.

Una vez que sepamos dónde estamos, resultará muy interesante saber hacia dónde deberíamos ir. Aunque no todas las IA son modelos predictivos, esta es una de las capacidades más interesantes que pueden aportar estos sistemas. A pesar de que la capacidad de predecir el futuro nos remite a conceptos nada científicos, como la quiromancia o el tarot, en realidad no deja de ser algo muy presente en nuestras vidas. Cuando consultamos la predicción meteorológica en nuestros móviles no estamos haciendo sino recurrir a modelos predictivos basados en series históricas. Ese 20% de probabilidad de lluvia no quiere decir otra cosa que, en situaciones anteriores, con datos como los actuales terminó lloviendo 20 de cada 100 veces. Pues bien, una IA podría realizar cálculos de ese tipo teniendo en cuenta muchísimos más parámetros y aprender de sus aciertos y errores, de tal manera que sus predicciones podrían ser cada vez más acertadas.

¿Y qué hay del cambio? Aquí empieza lo bueno. Hasta ahora hemos venido haciendo un uso de la IA más parecido a lo que podríamos esperar de una supercomputadora; puro análisis y cálculo de datos. Sin embargo, podemos esperar de ella algo más; concretamente consejos. Las IA podrían permitirnos optimizar los recursos, como la energía o el agua, al proporcionar algoritmos y sistemas de gestión inteligente, monitorizar y controlar el consumo en tiempo real, identificar ineficiencias y sugerir acciones para reducir el desperdicio y maximizar la eficiencia. También podría ayudarnos a mejorar la productividad agrícola al ayudar en la optimización de los procesos de cultivo, la gestión de plagas y enfermedades, la conservación del suelo y los recursos hídricos... En el campo de la industria puede proponer sistemas alternativos de almacenaje, fabricación y distribución. En lo social, puede favorecer herramientas de consumo más racional, de implantación de economía circular…

Todo esto suena, hoy por hoy, a ciencia ficción, pero como decimos, algunas de estas aplicaciones ya se están llevando a cabo. Es indudable que las IA pueden ser herramientas fundamentales para el cambio.

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