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Certificado de eficiencia energética de edificios
Certificado de eficiencia energética de edificios

Certificado de eficiencia energética de edificios

Por qué es interesante (y a veces obligatorio) conocer cómo de eficiente es nuestra vivienda

Autor: Redacción Re_Magazine - Tiempo de lectura: 4 min.

La eficiencia energética en la construcción es un concepto que, para el común de los ciudadanos, parece haber surgido hace pocos años; pero lo cierto es que los arquitectos llevan décadas investigando y avanzando en la mejora de la eficiencia en la construcción. El estándar PassivHaus, por ejemplo, que como ya hemos comentado varias veces en Re_magazine es uno de los más estrictos en este campo, data ni más ni menos que del año 1988. Ahora bien ¿sabemos qué utilidad tiene certificar la eficiencia energética de un edificio?

Según un informe reciente del INE, los hogares son en España responsables de la emisión del 21,1% de las emisiones de gases de efecto invernadero y consumidores del 18% de la energía. Habrá quien diga que es poca cosa, pero es difícil encontrar a alguien a quien el importe de las facturas de la luz y del gas le parezcan poca cosa. Pues bien, ambos asuntos están relacionados y tienen una misma solución: mejorar la eficiencia energética de la vivienda.

etiqueta energetica

Antes de continuar, es importante distinguir entre dos conceptos que a menudo se utilizan indistintamente, si bien no son lo mismo: certificado energético y calificación energética. El primero es un informe completo sobre las características energéticas particulares de un edificio (aislamientos, alturas, volúmenes, orientación...) que ha de ser suscrito por un técnico especializado e inscrito en la comunidad autónoma correspondiente. Por su parte, la calificación energética consiste en una evaluación de las características del edificio de acuerdo a un método estandarizado, lo cual permite situarlo en una escala comparativa cuya parte más reconocible es la famosa etiqueta energética.

La calificación energética es, pues, un apartado dentro del más extenso certificado de eficiencia energética, pero en la práctica funciona como un resumen visual de las conclusiones del certificado, con una escala de color y letras de siete categorías, los datos de consumo de energía y emisión de CO2 del inmueble, el número de registro y la validez del certificado.  

En cualquier caso, de lo que se trata es de conocer cuánta energía consume un edificio para procurar un nivel de confort óptimo a sus ocupantes. Como el confort puede parecer un concepto un tanto subjetivo (y sin duda lo es), en el caso que nos ocupa se suele aceptar que se trata de un factor que depende de la temperatura y calidad del aire en el interior de la vivienda, de su calidad lumínica y de la temperatura del agua caliente. Es decir, a nivel práctico todo se resume en "cuánta energía necesito consumir para estar a gusto en casa", solo que para ello se utilizan unos valores "tipo" y no las preferencias de los ocupantes.  

Obviamente, todo esto no surge como un desvelo de los gobiernos porque estemos a gusto en casa, sino que tiene que ver con la primera parte de la frase: "Cuánta energía necesito". Y es que la producción de energía sí es un tema de interés para el Estado y la emisión de gases de efecto también. Como se ve, conocer y certificar la eficiencia de los edificios es algo que nos interesa a todos, aunque sea por distintos motivos. Pero es que, además de ser interesante, es obligatorio tenerlos y renovarlos (la vigencia es de 10 años) en los siguientes casos:

· En edificios de nueva construcción, donde además la certificación consta de dos partes, una que se hace en el proyecto de ejecución, y otra que se hace una vez que el edificio está terminado, a fin de comprobar los datos de la primera parte.

· En edificios existentes cuando se vendan, o alquilen.

· En edificios ocupados por una autoridad pública, frecuentados por el público y con superficies superiores a 250 m2.

¿Y de qué depende que una vivienda sea más o menos eficiente?

Simplificando un poco podríamos decir que, básicamente, la eficiencia está subordinada a la calidad de la envolvente del edificio y a la eficiencia del sistema de climatización. 

Por envolvente entendemos el aislamiento y acristalamiento con el que cuenta el edificio. Cuanto mejor aislado esté, menos influirán las condiciones exteriores y más fácil resultará mantener un ambiente independiente, cálido cuando haga frío y fresco cuando apriete el calor. Si la envolvente es de calidad, el edificio perderá menos cantidad de calor o de frescor (siempre perderá algo, es una cuestión de termodinámica), con lo que la calefacción o el aire acondicionado no se verán obligados a reponer dicho calor o frescor tan a menudo, y por lo tanto el consumo será menor.

aislante de fachada
bomba de calor

En cuanto al otro gran factor determinante de la eficiencia de un edificio, el sistema de climatización, poco hay que explicar. Cuantas más unidades de energía térmica proporcione la instalación por unidades de energía consumida, más eficiente será el sistema y por tanto el edificio. Por eso la aerotermia es el sistema de climatización que más contribuye a que un edificio sea eficiente, ya que proporciona 4 kW de energía térmica por cada kW consumido, proporcionando así 3 kW gratuitos. 

Por otra parte, hay que tener en cuenta que hay varios factores ajenos a la vivienda que influyen claramente en la eficiencia. La ubicación, por ejemplo, es determinante. Dos viviendas idénticas no se comportarán de la misma forma si están situadas en climas muy dispares. La orientación y el uso que se haga del edificio, sin ser factores ajenos, también influyen mucho.

¿Se puede mejorar la calificación energética?

No solo se puede, sino que además es algo totalmente deseable. Una mejora en la eficiencia energética de nuestra vivienda nos reportará un gran ahorro, mejores posibilidades de venta y la satisfacción de saber que hemos reducido nuestra huella de carbono.

Para lograr una mejora hay que actuar sobre los dos grandes factores que determinan la eficiencia y que ya hemos mencionado: la envolvente y el sistema de climatización. La envolvente se puede mejorar, en edificios ya construidos, mediante aislamiento exterior (SATE) o interior (trasdosados de yeso laminado) y cambiando las ventanas antiguas por unas de alta eficiencia. En cuanto al sistema de climatización, puede cambiarse por uno basado en aerotermia. En Re_magazine hay muchos ejemplos de edificios que han adoptado la aerotermia con gran éxito.

La certificación energética y la calificación energética nos ayudan a comprender cómo se comporta nuestra vivienda, cómo gestiona la energía que tanto nos cuesta y qué podemos hacer para que nuestro hogar sea más confortable.