Analizamos la evolución de las energías renovables en España
El pasado mes de noviembre el Parlamento Europeo aprobó por aplastante mayoría (495 votos a favor y 68 en contra) una nueva directiva europea de energías renovables con la que espera mantener la competitividad de la Unión en la transición hacia las energías limpias. Se fija así una línea de avance común hacia la llamada transición energética. Claro que no todos los estados miembros parten de la misma línea de salida, cada uno ha llegado hasta aquí por su propio camino. Y el nuestro, el de España, no ha sido nada sencillo.
La nueva directiva de energías renovables
Si hay algo destacable de la nueva directiva europea de energías renovables para el consumidor español, es sin duda el hecho de que la producción, almacenamiento y venta de energía quedan recogidas como derechos para consumidores y comunidades de consumidores.
Para los habitantes de nuestros países vecinos esta disposición puede parecer algo sin importancia, una mera introducción; pero para nosotros que durante tres años hemos sufrido la ley de autoconsumo más restrictiva de Europa, es de la mayor importancia. Y lo es porque al reconocer el autoconsumo como un derecho, se hace muy difícil recuperar el decreto que todos conocimos como "el impuesto al sol".
A favor de las energías renovables y en contra del impuesto al sol
En octubre de 2015 el gobierno promulgó un decreto que pasó a ser conocido genéricamente como "el impuesto al sol" por una de las medidas que recogía, entre otras muchas, todas igual de negativas para los autoconsumidores.
Básicamente el impuesto al sol era un peaje que todo aquel que pusiera unas placas solares en su casa debía pagar si quería estar conectado además a la red general. Como resultaba muy difícil justificar que hubiera que pagar por producir energía limpia con una instalación financiada por uno mismo, se buscó la lógica de que el excedente de energía obtenida debía volcarse a la red y, por lo tanto, debía pagarse por hacer uso de ella. Es decir, que el autoconsumidor debía pagar doblemente por el mantenimiento de la red: al recibir energía y al volcarla.
Así las cosas, las únicas maneras de librarse del impuesto eran, o bien desconectándose de la red y siendo completamente autosuficiente, o bien utilizando una instalación que produjera menos de 10 kW, es decir, tan poco que no cabía pensar en excedentes. Aunque la medida no llegó a ser realmente efectiva (nadie pagó el impuesto y nadie lo cobró), tuvo un efecto claramente disuasorio y ralentizó efectivamente el autoconsumo.
De todas formas, como decimos, el peaje no fue sino una de las muchas medidas polémicas que recogía el decreto. Otra disposición muy controvertida fue la que prohibía que una misma instalación pudiera ser utilizada por varios vecinos de un mismo edificio... en un país en el que el 66,5% de sus habitantes vive en bloques de pisos. También se obligaba a quienes aún con todo se animasen con la autogeneración, a constituirse como empresa si querían vender su excedente. Todo ello, por cierto, fue aderezado con la posibilidad de imponer multas astronómicas; tan exageradas que ningún particular hubiera podido pagarlas.
Las asociaciones de consumidores, los expertos independientes y, en general, todo aquel que no tuviera intereses en el sector eléctrico tradicional se echaron las manos a la cabeza. También desde el extranjero nos llovieron las críticas. Nadie comprendía que en "el país del sol" se pusieran trabas al autoconsumo. Sin embargo, lo cierto es que la regulación de 2015 consiguió el que, según sus detractores, era su verdadero objetivo, a saber, desincentivar el autoconsumo. Sirva como ejemplo el hecho de que en España, el "país del sol", había apenas un millar de autoconsumidores cuando el "impuesto al sol" fue derogado, frente al millón largo que hay en Alemania.
Ejemplos vecinos de autoconsumo energético
Mientras todo esto sucedía en nuestro país, en Portugal, que cuenta con un mercado energético tradicional muy parecido al nuestro, se optaba por una solución diametralmente opuesta. Allí, desde 2015, se han venido incentivando las pequeñas instalaciones. ¿Cómo?, reduciendo los trámites burocráticos, retribuyendo la energía que se vuelca a la general al 90% del precio de mercado e imponiéndose el compromiso de no cobrar ninguna tasa de respaldo, al menos hasta que la autogeneración represente un 1% de la capacidad total (es decir, más de 20 mW). ¿El resultado? Un mercado del autoconsumo emergente, con más de 1.000 PYMES dedicadas a la fotovoltaica.
Francia, por su parte, acaba de aprobar ayudas por valor de 200 millones de euros para apoyar el autoconsumo. También hay incentivos fiscales para quienes inviertan en instalaciones y, además, EDF, la principal compañía eléctrica gala, expide contratos de compra de excedentes por una duración de 20 años a los autogeneradores particulares, a precios fijos y justos.
Una nueva norma energética para España
Como no se puede avanzar contra los tiempos, finalmente, el pasado 5 de octubre el nuevo ejecutivo derogó "el impuesto al sol" mediante otro Real Decreto. La nueva ley reconoce el derecho al autoconsumo, tanto individual como compartido (el Tribunal Supremo ya había suspendido en junio de 2017 la traba para las instalaciones compartidas).
También se simplifican enormemente los trámites: Las instalaciones grandes que vayan a verter excedentes a la red general deberán pedir permiso a las compañías eléctricas; las instalaciones domésticas, ni siquiera eso.
Pero además, la nueva norma prohíbe expresamente el cobro de peajes a la energía autogenerada. No es que de momento no la grave, es que prohíbe cualquier gravamen, con lo que acaba con la inseguridad jurídica, que era uno de los mayores frenos para el desarrollo del sector. La nueva norma nos pone, aunque con retraso, en la senda hacia la transición energética que Europa quiere iniciar.
Todos a una: Europa regula el autoconsumo.
Por eso precisamente es importante la nueva directiva europea sobre Energías Renovables; porque establece definitivamente que el autoconsumo energético es un derecho y no un privilegio, algo que los estados miembros tendrán que respetar a partir de ahora.
Por otra parte, la norma europea garantizará a quienes quieran vender el excedente de sus instalaciones "precios razonables de mercado, siendo estos justos y dentro de parámetros que no desincentivan el autoconsumo". Los límites anuales contemplados para las casas serán de 10 MWh y de 500 MWh para los negocios. A partir de estos límites se considerará que se trata de suministradores de energía.
Por lo demás, el objetivo fundamental de la directiva es alcanzar los compromisos medioambientales que la UE se ha marcado para 2030, entre los que destacan la reducción de las emisiones y el objetivo de que las renovables representen el 27% del mix energético al final de la década.
Pero además la directiva pretende que Europa sea un referente en la investigación, diseño y producción de todo lo relacionado con las renovables. No estará solo en la carrera por conseguirlo, este mismo año China ha declarado que abandonará el carbón en favor de las energías renovables; y no se ha quedado en las palabras: en 2018 el gigante asiático ha instalado la potencia equivalente a 10 centrales nucleares en energía solar.