¿Es posible emplear placas solares en la calefacción y agua caliente en nuestra vivienda?
Energía fotovoltaica y energía solar térmica, dos caminos hacia un gran ahorro
España y Portugal son los países con más horas de luz solar plena de Europa, entre 2.500 y 3.000 horas al año, es decir, unas 8,2 horas al día. No es de extrañar, pues, que cuando busquemos una energía renovable, ilimitada y barata, pensemos automáticamente en la energía solar. Ahora bien, ¿cómo podemos emplear esa increíble fuente de energía a nivel doméstico?
Existen dos métodos para beneficiarnos de la energía solar en nuestra vivienda; el primero se sirve de placas fotovoltaicas y el segundo de paneles solares térmicos. De la diferencia entre ambos ya hablamos en su día en este otro artículo, pero hoy vamos a profundizar un poco en su aplicación en la calefacción y producción de agua caliente.
Placas fotovoltaicas, el camino hacia la autonomía energética
Los paneles fotovoltaicos utilizan el efecto fotoeléctrico para obtener electricidad a partir de la radiación solar. La energía entra en ellos (o mejor dicho, impacta) en forma de radiación solar y sale convertida en corriente continua (DC). A continuación, esa corriente se almacena en una batería o bien un conversor la transforma en corriente alterna (AC) y la vuelca al cuadro de luz de la casa.
La energía solar autogenerada se puede emplear ahora para cubrir cualquier demanda doméstica, desde el frigorífico hasta la iluminación y, por supuesto, también para hacer funcionar nuestros aparatos de calefacción, sean termos, calderas o bombas de calor. De hecho, si nuestra instalación es lo suficientemente grande y disponemos de medios de almacenamiento, teóricamente podríamos ser energéticamente autónomos.
Claro que para alcanzar una autonomía total (suponiendo que ese fuese nuestro objetivo) necesitaremos que la calefacción funcionase con electricidad; de lo contrario seguiríamos dependiendo del gas, el gasoil o cualquier otro combustible. No solo eso, además, la tecnología que empleásemos debería ser muy eficiente, o inevitablemente superaremos la producción de nuestras placas. Los radiadores eléctricos quedan pues descartados. Es aquí donde la aerotermia se perfila como la apuesta ganadora, pues para su funcionamiento solo requiere de un punto de luz que haga funcionar una bomba de calor, y como ya explicamos en este post, el consumo de una bomba de calor no es muy elevado.
Paneles solares térmicos, calefacción y agua caliente sanitaria
Los paneles solares térmicos utilizan la radiación solar para calentar un fluido caloportador o un volumen de aire que pasa a través de ellos y que después transferirá su calor a un volumen de agua contenido en un acumulador o un interacumulador.
El tamaño de la instalación, incluyendo este depósito variará dependiendo del uso que queramos darle al agua caliente obtenida. Si la vamos a utilizar exclusivamente como agua de consumo, se considera que para una vivienda habitada por cuatro personas, dos paneles térmicos (entre 3m2 y 4m2) cubrirán entre el 60 y el 70% de las necesidades energéticas anuales. En cuanto al tamaño del interacumulador, para una vivienda ocupada por dos o tres personas bastará con un depósito de 150 litros, mientras que uno de 250 litros dará servicio sin problemas a cinco o seis personas.
En cambio, si pretendemos utilizar las placas solares térmicas como apoyo a la calefacción, la superficie de captación dependerá del tamaño de la vivienda. Como norma general se considera que 1 m2 de paneles por cada 10 m2 cuadrados de superficie a calefactar repercutirá en una reducción de entre un 20% y un 35% del gasto en calefacción. Además debemos tener en cuenta que, para que esta norma se cumpla, el sistema emisor deberá ser de baja temperatura, es decir, suelo radiante, radiadores de baja temperatura, fancoils… El caso del suelo radiante es especialmente interesante para este tipo de instalaciones, debido a su gran inercia térmica.
Energía solar: Una inversión rentable
La inseguridad jurídica y el alto precio que tenían las placas solares hace algunos años han hecho que aún hoy mucha gente observe la autogeneración solar con escepticismo. Lo cierto es que el precio de la energía solar, igual que el de todas las energías renovables ha descendido espectacularmente en los últimos años. Por ejemplo, la solar fotovoltaica se ha reducido en un 73% desde 2010 y, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) aún caerá hasta la mitad para 2020. Además, hay que tener en cuenta que el coste no es lo único que ha cambiado en este tiempo. La tecnología, tanto la fotovoltaica como la solar térmica, han mejorado sustancialmente en esta última década; y claro, que la eficiencia aumente, la vida útil de los paneles se alargue y su coste descienda, repercuten inevitablemente en el plazo de amortización de la inversión, que cada vez es menor.
Pero lo que sin duda ha logrado que el periodo de amortización se desplome, ha sido la reciente derogación del impuesto al sol. En un comunicado reciente, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) destacaba que con la eliminación de las trabas al autoconsumo y el reconocimiento de esta figura como un derecho de los consumidores, el periodo de amortización de una instalación solar se había reducido a la mitad.
Las leyes van y vienen, y nadie puede garantizar que en ese aspecto no se den pasos hacia atrás, aunque es poco probable a tenor de lo que están haciendo nuestros vecinos en Europa; pero de lo que sí podemos estar seguros es de que la tecnología para la autogeneración solar ha alcanzado un desarrollo en el que cualquier inversión se amortizará rápidamente. Es decir, a día de hoy, una apuesta por la energía solar es garantía de muchos años de energía gratuita.