Navidades sostenibles o cómo no excederse con los excesos culinarios
Disfrutar de la Navidad y a la vez ser coherente con los principios de respeto medioambiental es posible.
La Navidad es época de excesos: Gastamos más dinero, comemos una cantidad de comida mucho mayor, abusamos de los dulces... Nuestro cuerpo, que para enero suele estar a rebosar, tiene la mala costumbre de recordarnos que hemos sido poco comedidos, pero como se suele decir, <<una vez al año no hace daño>>. Ahora bien, ¿puede uno excederse consigo mismo sin dejar de lado su conciencia medioambiental? Nosotros creemos que sí, si se siguen estos consejos.
El consumo racional, no necesariamente ajustado, es la clave para poder disfrutar de estas fiestas sin comprometer nuestra conciencia medioambiental. Claro que vamos a comer más que de costumbre ¡es Navidad!, pero aún sin renunciar a ello hay muchas cosas que podemos hacer para minimizar el impacto de tanto exceso.
Comida en cantidad
Todos los días una enorme cantidad de comida termina en la basura. Y no nos referimos a todos los días de Navidad, sino a todos los días del año. Se calcula que en 2018 los españoles tiramos a la basura 7,7 toneladas de comida. Y lo que es más grave: el 84% de toda esa comida estaba en perfecto estado. En Navidad, cuando comer a reventar parece la norma en muchas casas, la cosa empeora.
A nosotros se nos ocurren varias cosas que se pueden hacer para racionalizar el consumo de comida en estas fechas:
1 — Calcula muy bien las cantidades por comensal. En internet hay infinidad de páginas que hablan sobre cómo saber qué cantidad conforma una ración de casi cualquier alimento que se te ocurra.
2 — Si el plato que estás preparando no se puede guardar en el frigo para consumir otro día en caso de que sobre, no sumes a la cantidad calculada un extra “para repetir”. En su lugar ten a mano alguna otra cosa que ofrecer. Si nadie repite, esa otra cosa no habrá sido cocinada y podrás cocinarla otro día; y por el contrario, si alguien se queda con hambre, ¡mejor algo nuevo que más de lo mismo!
3 — Pon especial cuidado en los entrantes. Son los responsables principales de que gran parte del último plato acabe en la basura.
4 — ¡Fuera complejos! Pide a los familiares o amigos a los que vayas a invitar que traigan algún recipiente en el que llevarse la comida que sobre. Si te parece poco elegante y prefieres comprar tú unos tápers, ¡recuerda que el plástico está prohibido!
Comida de calidad
El problema de la comida no se limita a la cantidad de ella que termina en la basura. La producción de alimento tiene un impacto evidente en el medio ambiente (deforestación, agricultura intensiva…) y es responsable de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, bien sea en su producción (el problema del gas metano y el ganado vacuno) o en su transporte. Pero también aquí podemos poner cuidado sin necesidad de renunciar a las grades comidas de la Navidad:
1 — Consume alimentos de temporada y de proximidad. Con 8.000 kilómetros de costa (repartida entre dos mares y un océano) y la mayor variedad de ecosistemas de Europa, España ofrece tal variedad carnes, pescados, verduras, legumbres, frutas y cereales que podrías pasarte el resto de las Navidades de tu vida consumiendo producto nacional sin repetir.
Es verdad que el concepto “alimento de proximidad” es mucho más limitado que el ámbito nacional, pero esto es algo que se puede disculpar siendo Navidad.... La idea de consumir productos cercanos, en cualquier caso, no tiene nada que ver con el proteccionismo sino con evitar las emisiones que se producen en los transportes de larga distancia.
2 — Compra sin etiquetas ni envases. A día de hoy, comprar sin envases ni etiquetas supone casi siempre comprar en pequeños comercios (cosa que tampoco está mal aunque por motivos distintos a los de la sostenibilidad ecológica). En cualquier caso, de lo que se trata es de evitar, en la medida de lo posible, cualquier producto desechable y, especialmente, los plásticos.
Por último, no podemos dejar de remarcar que las celebraciones de Navidad en nuestro país no pasan de cuatro o cinco comidas o cenas. Está bien que tratemos de ser sostenibles estos días, pero lo realmente importante, lo que verdaderamente puede marcar una diferencia, es la adquisición de hábitos que se extiendan al resto de comidas y cenas del año.