El confort que no se ve
Entre los quebraderos de cabeza de la mayoría de la gente no está el de tener que pensar en el diseño de un chalet unifamiliar con piscina. Aunque, claro, nunca perdemos la esperanza de que algún día llegue a estarlo. Por eso, en previsión de que alguna vez te veas en esta situación (esperemos que sí), hablemos un poco sobre cuál sería el sistema de climatización más eficiente, sostenible, moderno y confortable para una vivienda unifamiliar de alto standing. La distribución y demás detalles los dejamos a tu imaginación.
De un vistazo
Ahorro medioambiental
No se utilizan combustibles, no se emiten gases ni se generan residuos en calefacción ni ACS
Requisitos
Espacio para la bomba de calor, el interacumulador de ACS y los paneles térmicos.
Tipo de vivienda
Unifamiliar
Tecnología
Aerotermia y tecnología solar
Sistema y Servicios
Bomba de calor y paneles térmicos alimentando un suelo radiante, un circuito de fancoils, y un interacumulador. Los paneles conectados a la impulsión de la depuradora de la piscina
Han participado en este proyecto
Tecnología
Suelo radiante: Los pies calientes y la cabeza fría
Para empezar, parece lógico que, si podemos permitirnos construir una vivienda de ensueño, no cometamos el error de climatizarla con métodos tradicionales. La idea de utilizar radiadores convencionales debería quedar totalmente descartada en nombre de la eficiencia, la sostenibilidad y, por qué no decirlo, de la estética. En su lugar nos decantaremos por un suelo radiante refrescante. Ya hemos hablado de él muchas veces. No sólo es el método más eficiente de distribución de calor/frescor; también es el que aporta un mayor nivel de confort. Pero ¿sabes por qué?
El suelo radiante nos calienta de abajo hacia arriba, los tradicionales lo hacen de arriba hacia abajo, algo que percibimos de manera mucho menos confortable
Al contrario que un radiador tradicional, un suelo radiante irradia calor de manera regular por toda la superficie. Se evitan así las clásicas diferencias de temperatura entre un punto y otro de la estancia, tan habituales con los radiadores.
Pero si algo hace que un suelo radiante aporte mayor sensación de confort es el hecho de que el calor ascienda desde el mismo suelo, cumpliendo con el ideal de "tener los pies calientes y la cabeza fría". Es decir, nos calientan desde abajo. Los radiadores tradicionales, en cambio, crean columnas de aire caliente ascendente que se acumula en el techo haciendo que percibamos el calor a medida que el nivel de dicho aire desciende; es decir, calentándonos de arriba hacia abajo, algo que percibimos de manera mucho menos confortable.
Así pues, está decidido: pondremos un suelo radiante en nuestra flamante vivienda unifamiliar de alto standing. Pero, un momento ¿qué pasa con la inercia térmica?
Fancoils: Un soplo de aire fresco... o caliente
La inercia térmica, de la que ya hablamos en este artículo, es la propiedad que indica la cantidad de calor que puede conservar un cuerpo y la velocidad con que lo cede o absorbe. El hecho de que un sistema radiante tenga mucha inercia térmica supone que seguirá irradiando calor mucho después de que hayamos apagado el generador pero, por contra, tardará algo más en empezar a cederlo. Esa tardanza inicial no suele ser un problema en una vivienda moderna bien aislada (como será la nuestra), en la que principalmente debemos preocuparnos de mantener el calor, más que de generarlo una y otra vez. Sin embargo, ya hemos dicho que esta es nuestra casa de ensueño, así que ¿por qué no montar un sistema de apoyo que compense esa pequeña dilación?
Para calentar o enfriar la casa rápidamente, incorporaremos a nuestro chalet un circuito de fancoils. Estos se encargarán de distribuir por la vivienda una corriente de aire caliente (o fría, según convenga), tan rápidamente como seamos capaces de pulsar un botón. Obviamente, como esto es un ejercicio de imaginación y podemos construir la casa a nuestro gusto, integraremos los fancoils en las paredes, de manera que sólo veamos de ellos las rejillas de expulsión, que pueden estar situadas sobre puertas o armarios.
Por cierto, ya que se trata de una vivienda de alto standing, no estará de más incorporar también un recuperador de calor que renueve el aire interior sin perder el calor o frescor acumulado... pero esa es una materia aparte.
Aerotermia: Aprovechar la energía del aire
Ahora que tenemos claro cómo vamos a distribuir el calor y el frescor por nuestra casa, es hora de decidir cómo vamos generarlos. Ya hemos dicho al principio que no tendría sentido apostar por tecnologías tradicionales; nada de combustibles, nuestra casa de ensueño se alimentará exclusivamente de energías renovables.
Hemos decidido colocar un suelo radiante y unos fancoils que fueran capaces tanto de calentar la casa, como de enfriarla, así que, si queremos evitar duplicidades, ahora necesitamos un aparato capaz de realizar ambas funciones. Esto nos deja ante dos alternativas únicamente: la geotermia o la aerotermia.
Ambos sistemas, aerotermia y geotermia, son muy recomendables. Nosotros nos decantaremos por el segundo, ya que es más económico y lo conocemos mejor. Una bomba de calor aerotérmica cumple con todos los requerimientos: es capaz de generar calor o frío según se desee, no utiliza combustibles, no emite gases ni residuos y es tan eficiente que podemos llegar a ver ahorros de hasta el 60% en la factura.
Además, con la misma bomba de calor podemos producir ACS. Sólo tendremos que instalar un interacumulador en el garaje o cuarto de calderas. El tamaño de dicho depósito variará en función del número de usuarios de la vivienda.
Placas solares térmicas: Aprovechar la energía del sol
Ya contamos con un sistema de climatización limpio, ecológico y eficiente. Podemos darnos por satisfechos. Sin embargo, ahora que hemos descubierto que podemos aprovechar la energía del aire exterior ¿por qué no aprovechar también todo ese sol que baña nuestra estupenda casa durante la mayor parte del día?
Existen dos formas de aprovechar la energía solar. La primera es mediante placas fotovoltaicas que buscan generar electricidad; la segunda, mediante placas térmicas capaces de calentar un volumen de agua que puede aprovecharse como apoyo a la calefacción o a la producción de ACS. Nosotros nos decantaremos por esta segunda opción, pues su rendimiento es mucho mayor y no están sujetos a impuestos, como sí lo estaban los fotovoltaicos hasta hace poco.
En invierno, los paneles pueden apoyar la calefacción. Se logran así ahorros importantes en calefacción y ACS a lo largo del año
Nuestro país es rico en sol. Tanto es así que la producción de ACS en los meses de verano puede suplirse perfectamente con varios paneles térmicos. Eso significa que la bomba de calor no tendrá que funcionar en absoluto durante tres o cuatro meses al año, a no ser que requiramos aire acondicionado. En invierno, los paneles pueden apoyar la calefacción precalentando la impulsión de agua por el suelo radiante, haciendo que la bomba de calor tenga que trabajar menos. Se logran, así, ahorros importantes en calefacción y ACS a lo largo del año.
Una opción interesante, ya que esto es un ejercicio de imaginación, es colocar cuantos paneles térmicos sean necesarios en función de la superficie de la vivienda y la demanda energética de la misma. En días soleados de invierno conseguiremos que la calefacción funcione casi enteramente con energía solar. Y en verano ¿qué podemos hacer con ese excedente? He aquí una buena idea: conectando mediante un intercambiador el agua procedente de los paneles a la impulsión de la depuradora de la piscina (porque ya hemos dicho que íbamos a tener piscina) ¡podemos tener piscina climatizada! Y lo mejor de todo es que el coste será de 0 euros.
La vivienda de nuestros sueños ya está en pie, aunque sea en nuestra imaginación. Es una vivienda hermosa, amplia y moderna; pero también es una eficiente, cálida, confortable y respetuosa con el medio ambiente. Y todo ello gracias a la energía aerotérmica y la energía solar.