No tendría sentido sobredimensionar la instalación para cubrir los picos de demanda que pueden producirse tres o cuatro días al año
Sin dependencia de combustibles
Extraer la energía del aire y de la tierra, no depender de combustibles, olvidarnos de la factura del gas… hace no mucho, todo esto nos hubiera parecido un sueño. Hoy en día, en cambio, la aerotermia y la geotermia lo han hecho realidad. Gracias a la increíble eficiencia de ambos sistemas, en los que las calderas desaparecen para dejar paso a las bombas de calor, avanzamos hacia un mundo más sostenible, más responsable y, por qué no decirlo, mucho más barato.
De un vistazo
Sistema y Servicios
Bomba de calor + suelo radiante e interacumulador para ACS
Ahorro potencial
Hasta el 65% frente a sistemas tradicionales
Tipo de vivienda
Unifamiliar
Tecnología
Aerotermia
Requisitos
Un cuarto para colocar el interacumulador, aunque no imprescindible. La bomba de calor va en el exterior.
Han participado en este proyecto
Tecnología
Hasta hace no mucho tiempo, los propietarios de viviendas unifamiliares en entornos rurales no disponían de demasiadas opciones en cuanto a sistemas de climatización del hogar. Alejados de las redes de distribución de gas natural, prácticamente su única alternativa para no depender de la tradicional lumbre consistía en la instalación de radiadores eléctricos, o bien de una caldera de gas o de gasóleo alimentada por un depósito que había que acordarse de rellenar antes del invierno.
Hoy en día, en cambio, el compromiso de empresas como Saunier Duval con las energías renovables y la sostenibilidad ha dado como resultado una amplia gama de tecnologías que ofrecen soluciones mucho más respetuosas con el medio ambiente.
Volviendo al caso de una vivienda unifamiliar de nueva construcción ¿cuál sería la mejor opción de climatización? Vayamos paso a paso.
La bomba de calor aerotérmica
La aerotermia consiste en extraer la energía presente en el aire exterior y utilizarla para calentar o refrigerar el interior de una vivienda o un depósito de agua (agua caliente sanitaria) según nuestras necesidades. Y es que el aire que nos rodea, por muy frío que pueda parecernos, contiene gran cantidad de energía que podemos aprovechar. Extraerla y convertirla en energía térmica es, precisamente, la misión de la bomba de calor.
Para lograrlo, la bomba hace circular un fluido que, mediante la evaporación y la condensación sucesivas, es capaz de extraer y transportar la energía térmica del aire exterior hasta el interior de la vivienda. Es, a grande rasgos, un proceso muy similar al de un aparato de aire acondicionado, pero con la particularidad de que las bombas de calor han alcanzado un nivel de eficiencia tan alto que hoy en día la aerotermia es considerada un tipo de energía renovable. Tanto es así que en 2011 Greenpeace escogió la bomba de calor como el sistema de calefacción más eficiente.
Ventajas de la aerotermia
Sus ventajas son innegables: autosuficiencia (no hacen falta combustibles, sólo una toma de corriente), un ahorro considerable en la factura (de hasta el 65% respecto a otros sistemas), y sostenibilidad (la bomba no emite gases ni genera residuos).
En la práctica, se trata de aparatos compactos, silenciosos y eficientes, capaces de suministrar calor a una vivienda incluso con temperaturas exteriores por debajo de 0º.
Ahora bien ¿y si nos encontramos en una zona en la que ocasionalmente se alcanzan temperaturas extraordinariamente bajas? La primera solución que nos viene a la mente en estos casos consiste en instalar un equipo de gran potencia, o varios equipos en línea. Sin embargo, no tendría sentido sobredimensionar la instalación para cubrir los picos de demanda que pueden producirse tres o cuatro días al año. Por eso, la solución más sencilla pasa por reforzar el sistema mediante la instalación de un pequeño equipo eléctrico de apoyo (básicamente una resistencia), capaz de aportar el calor extra para cubrir esa demanda inusualmente alta. De esta forma, el rendimiento estacional de la instalación no se ve afectado.
En definitiva, parece evidente que, puestos a escoger sistema capaz de procurarnos calor en invierno, refrigeración en verano y agua caliente sanitaria en cualquier momento, la bomba de calor no tiene rival. Ahora bien ¿qué hacemos ahora con todo ese calor que hemos obtenido, prácticamente gratis, del aire exterior?
El suelo radiante
Tan importante como la forma de obtener el calor es la manera en la que este se distribuye por la vivienda. Al fin y al cabo, el rendimiento de una instalación depende de todos sus elementos.
Mientras que un radiador tradicional demanda agua a una temperatura de en torno a 70º u 80º, el suelo radiante trabaja a una temperatura de 35º a 45º
Entre todos las formas de distribuir el calor por el interior de una vivienda, independientemente del dispositivo generador (caldera, placas solares, bomba de calor...), el suelo radiante es de lejos el método más eficiente.
Este sistema se basa en la circulación de agua caliente (o fría, en su caso) bajo la solera, lo que aporta una distribución del calor uniforme y un nivel de confort muy superior al de otras instalaciones.
Pero además, al estar regularmente distribuido por toda la superficie de la casa, el suelo radiante cuenta con la ventaja de que no requiere una temperatura de trabajo tan elevada como los radiadores. Mientras que un radiador tradicional demanda agua a una temperatura de en torno a 70º u 80º, el suelo radiante trabaja a una temperatura de 35º a 45º (Hablamos, claro está, de temperatura de impulsión; no de la temperatura del suelo que pisamos). Al trabajar a menor temperatura, el rendimiento del generador (la bomba de calor, en este caso) es mucho mayor.
Así pues, queda claro que el binomio bomba de calor/suelo radiante forma el sistema de climatización más eficiente al que podemos aspirar hoy en día. No sólo produce un impacto medioambiental mucho menor (por no decir nulo), sino que, además, una instalación de este tipo se traduce en un confort muy superior y en un ahorro considerable en la factura, frente a los sistemas tradicionales.
¿Y qué pasa con el agua caliente?
Una vez que hemos escogido la bomba de calor como elemento de generación de calor, no tendría sentido que tuviéramos que instalar algún otro aparato para procurarnos agua caliente sanitaria. Y ciertamente, no es necesario. El calor obtenido con la bomba puede utilizarse para alimentar un interacumulador, es decir, un depósito, que será mayor o menor en función del número de miembros que compartan la vivienda. Así, se estima que para una vivienda ocupada por dos o tres personas es necesario un depósito de 150 litros, mientras que uno de 250 litros serviría perfectamente a cinco o seis personas.
La utilización del interacumulador también supone una mejora desde el punto de vista de la sostenibilidad, pues de esta forma se evitan los enormes picos de consumo que se producen cuando intentamos calentar un flujo de agua constante con una caldera.
Por último, cabría mencionar que una opción especialmente interesante sería la instalación de paneles térmicos en el tejado, con los que podríamos aprovechar la energía solar para apoyar tanto la calefacción como el ACS.
Queda claro pues, que para una vivienda unifamiliar de nueva construcción los sistemas tradicionales que han venido dominando el mercado durante años (caldera+radidores) no son, necesariamente, los más recomendables. Si lo que buscamos es confort, ahorro en la factura y sostenibilidadd, solo lo hallaremos en el binomio aerotermia y suelo radiante, es decir, instalando una bomba de calor como generador, con suelo radiante como distribuidor y un interacumulador para ACS. Un sistema respetuoso con el entorno para una casa situada en un bello entorno.
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